martes, 12 de diciembre de 2017

¿Cuál es el futuro del libro si desaparece como objeto físico? Entrevista a Roger Chartier




La lectura frente a la pantalla está atada al fragmento más que a la totalidad.
“La lectura frente a la pantalla es discontinua, fragmentada e hipertextual y no necesariamente está confrontada con la percepción o entendimiento de la totalidad de la obra”, argumenta el historiador Roger Chartier, quien además afirma que con la desaparición del libro como mercancía, desaparece también el libro en su definición intelectual.

“En el mundo digital se podría decir que todas las entidades textuales son como un banco de datos que procuran fragmentos, cuya lectura, no supone la comprensión, ni siquiera la percepción, de las obras en su identidad singular”, agrega.

Para el historiador francés, la revolución digital obliga al lector a “alejarse de todas la herencias que lo han plasmado, ya que es una revolución de la técnica de la reproducción de los textos, de la materialidad del soporte y de la relación con lo escrito”.

Roger Chartier estuvo en Los Andes en el Lanzamiento de Publicaciones de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes. Chartier es especialista en la evolución del libro y en ediciones literarias, también es profesor de la Universidad de Pensilvania y del Colegio de Francia, director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) en Francia.
Fuente: https://uniandes.edu.co/es/futuro-del-libro-roger-chartier

"Una bala para el recuerdo" de Maite Carranza

ESPECIAL LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

¿Puede haber un fusilamiento en una novela juvenil?

En 'Palabras envenenadas' Maite Carranza se atrevió a contar una historia de abusos a menores. Ahora en su nuevo libro aborda la Guerra Civil.


Dice Maite Carranza (Barcelona, 1958) que cuando en 2006 anunció su intención de escribir una novela juvenil inspirada en el caso de Natascha Kampusch, la niña austriaca secuestrada por un hombre que la mantuvo cautiva durante más de ocho años, mucha gente pensó que jamás conseguiría publicarla. “Los temas escabrosos o tristes asustan a los padres. Y si los padres se asustan, se asustan también las editoriales. En consecuencia, los autores también nos asustamos y nos autocensuramos”, explica. Pero ella, que ya entonces era una firma conocida entre los jóvenes por obras como la trilogía fantástica La guerra de las brujas (Edebé), no se achantó y siguió adelante con su proyecto. Y no se equivocó: el libro, que tituló Palabras envenenadas (Edebé), se convirtió en un fenómeno editorial y le valió el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de 2011.
Aquel éxito le dio impulso para continuar por ese camino. En 2016 publicó Caminos de libertad (Edebé), en la que trataba la realidad de los refugiados de guerra, poco después abordó la pobreza infantil en La película de la vida (SM) y ahora justo acaba de presentar Una bala para el recuerdo (Loqueleo), una historia que transcurre durante la Guerra Civil que no escatima realidades tan crudas como los fusilamientos de prisioneros y civiles. “Los niños son mucho más maduros de lo que pensamos. Son perfectamente capaces de asumir episodios duros sin traumatizarse. No deberíamos esquivar ningún tema, sino esforzarnos para encontrar la manera más adecuada de contárselo según su edad y su sensibilidad”, opina Maite Carranza.
¿Y cuál es su receta? “No hay recetas, pero sí elementos obvios: personajes con los que puedan sentirse identificados, conflictos que tengan que ver con la adolescencia más allá de la trama principal, el despertar a la vida, el descubrimiento del amor…”, explica la escritora. Todo eso está en Una bala para el recuerdo, protagonizada por un niño de 13 años que en plena Guerra Civil se lanza a recorrer cientos de kilómetros en busca de su padre, un minero republicano, tras saber que está recluido en un campo de prisioneros. Hasta llegar a él atravesará montañas en las que se cruzará con lobos y desertores, robará comida, se enamorará y verá con sus propios ojos lo que es la guerra.


Los niños son mucho más maduros de lo que pensamos. Son perfectamente capaces de asumir episodios duros sin traumatizarse

Lo asombroso de esta historia es que ocurrió de verdad. La recogió el escritor Eduardo Pons Prades en el libro Los niños republicanos en la guerra de España y a la escritora le pareció perfecta para acercar aquella etapa a los adolescentes actuales. “Si aquel niño fue capaz de atravesar montañas y batallas para llegar hasta su padre, ¿por qué pensar que un chico o chica de su misma edad hoy es más débil o demasiado delicado para enfrentarse a esta historia?”, se pregunta la autora.
Lo importante, según Carranza, es encontrar el libro adecuado para cada niño. “Ocurre con frecuencia que a partir de los 12 años se mete a todos los adolescentes en un mismo bloque. Y eso es un gran error. Entre los 12 y los 16 años se producen un montón de cambios, lo que le gusta al de 12 seguramente le aburra al de 16, y viceversa, el de 12 puede rechazar lo que le fascina al mayor porque no lo entiende todavía. Deberíamos afinar mucho más a la hora de especificar la edad recomendada de cada obra”, advierte.
Pero no todo son adversidades en la vida. Tampoco en la obra literaria de Carranza, que prácticamente ha abordado todos los géneros en su trayectoria como escritora, incluidas novelas para adultos y guiones para cine y televisión. “Me gusta experimentar y tocar palos y temas distintos. De otro modo me aburriría, y creo que esto también es importante para un lector joven: que pueda acceder a muchas cosas distintas, a novelas de fantasía, de vampiros, de aventuras y también de reflexión. A los chicos, como a los adultos, les resulta más cómodo leer historias en las que vean reflejada su vida cotidiana, pero también debemos ofrecerles espacios para que sueñen y conozcan otras realidades”, concluye la escritora.
Una bala para el recuerdo, de Maite Carranza, está editada por Loqueleo.

Fuente: https://elpais.com/cultura/2017/12/06/babelia/1512574853_710950.html?rel=str_articulo#1513096828538

lunes, 6 de noviembre de 2017

Daniel Pennac. “Por favor, profesores: dejen de decir que los jóvenes no leen!”


Daniel Pennac. “Por favor, profesores: dejen de decir que los jóvenes no leen!”
El gran escritor francés, invitado al Festivaletteratura de Mantova para una presentación de su último libro, se enfrenta a las nuevas tecnologías y a los viejos miedos que se nos presentan continuamente como nuevos: “¿Ninguno lee más libros? Siento que esto se repite desde hace cincuenta años y, sin embargo, estamos todavía aquí”.
Antes incluso de ser uno de los escritores más leídos del mundo, Daniel Pennac es un profesor, un profesor de literatura. Uno podría afirmarlo sin saberlo, con solo observar la paciencia con la que escucha las preguntas, la calma con que se toma tiempo para pensar y, luego, para responder, la tendencia a encontrarse con la mirada de todos los presentes cuando habla…
Más que un profesor, Pennac tiene el aura del maestro, uno de esos pacientes y agudos que comprende a quien tiene enfrente; uno que cambia la vida de los alumnos que pasan delante de él. Pero hay una cosa que le apasiona desde siempre y más que su condición de escritor de ensayos, de obras teatrales, de novelas, incluso de cómics: la lectura. Y justamente de esto hablamos detrás del telón del Teatro de Mantova antes de la presentación que el escritor francés tendría el domingo 10 de setiembre frente al público asistente al Festivalletteratura de Mantova.
“¿Qué efecto ha producido en la lectura la llegada a nuestra vida de todas estas pantallas, la desmaterialización de los libros y el consumismo de la comunicación?, son algunas de las preguntas que responde con calma, repitiendo la pregunta como hacen los maestros cuando se les hace alguna un poco estúpida. Pero no pierde para nada la paciencia, incluso comienza a narrar una historia: “Entonces, debes saber que mi primer puesto de profesor fue en 1969. El primer día entré a la escuela, fui a la sala de profesores y todos mis colegas más viejos que yo, los de sesenta y setenta años, me recibieron como se recibe a uno que recién se inicia, un principiante. Recuerdo que una de las primeras cosas que me dijeron fue: “Sabes, tal vez no leen más…”

¡Ah bueno! ¿Ya en 1969?

Si, y es algo que he escuchado miles de veces a lo largo de toda mi vida. Toda mi vida he sentido decir: no leen más por culpa de la televisión o por culpa de los videojuegos de la pereza, del consumismo. Ok, muy bien, no leen más. “Pero a ver…”, les dije a mis colegas, “¿Y Ustedes? ¿Ustedes leen?”, le pregunté a mi colega de filosofía. Me respondió que leía ensayos. “Una gran cantidad de ensayos, sabes, para preparar las clases, para mantenerme actualizado”. “¿Y algo más?”, le pregunté. “Pero… -respondió- confieso que no me gustan mucho las novelas en general”. “Entonces, le dije sonriendo, “en el fondo no lees nada ni siquiera tu. Sos un técnico de la filosofía que lee para dar cursos de filosofía. ¿Y vienes a decir que los chicos no leen? Lo cierto es que vos tampoco lees más”. Y entonces le hice la misma pregunta al profesor de Historia. ¿Sabes lo que me respondió?


¿Lo mismo que el profesor de Filosofía?

(Ríe) Exacto. Esto quiere decir que esta concepción de la lectura como mero principio de deber no tiene nada que ver con el deseo de leer y de hacer leer. Es solo una actividad pedagógica. “Los chicos de hoy no valen más porque no leen más”, decir una cosa así no tiene sentido alguno. Y de hecho es lo que se viene sosteniendo desde hace más de cincuenta años. Cada tanto cambia solo el pretexto. Que la televisión, luego el divorcio, luego los celulares, las series de TV, quién sabe cuál será el próximo “enemigo número uno” de la lectura. Pero es un hecho que desde hace cincuenta años, ninguno lee más.


¿Por qué entonces?

La única razón por la cual los jóvenes escolarizados no leen es que sus profesores no están en condiciones de compartir con ellos sus propias lecturas. ¿Y por qué esto es así? Pues porque no leen. Porque leen solo libros especializados, técnicos de su materia. ¿Y los profesores de Letras? Desde los años sesenta y hasta los noventa, es decir, por treinta años, no se interesaron sino por el estructuralismo, por la semiótica y todo aquello relacionado con la teoría literaria. No leían literatura; leían metaliteratura. Y hasta incluso tenían el coraje de decirle a los alumnos que eran ellos los que no leían… Qué idiotas… 


¿Pero existió algún momento en que eso no se dijera?

Sabes, es la propia frase en sí misma la que no se sostiene. Porque decir que los jóvenes no leen más significa plantear una comparación: ¿en relación a cuándo leen menos? ¿Comparando con 1869? Y no, porque en relación con un siglo atrás resulta incomparable en función de la cantidad de lectores que había en Europa y de allí en más ocurrió la democratización de la escuela, la escuela obligatoria y demás. Muy bien: ¿y en relación a dónde no leen más? ¿En comparación con Texas? Y no. Han hecho una encuesta hace un año atrás, sobre los regalos de Navidad. Estadísticamente según tu criterio, ¿cuál es el objeto que más se regala para Navidad en los Estados Unidos? 


¿Libros?

Mmmh, no. En Estados Unidos…. 


Ah! Armas!

¡Exacto! Y por el contrario, ¿sabés cual es el regalo más difundido en Francia? 


Esta la sé: libros.

(Ríe) Sí. Y eso aun cuando hay tanta gente, profesores sobre todo, que desde hace más de cincuenta años se lamentan de que ninguno lee. 
Pero… ¿cómo está la literatura hoy?

No obstante esta interesante automotivación del mundo literario diría que hay, pro el contrario, una hiper-producción, una inflación de publicaciones. Luego, es claro, no todo lo que se publica es literatura y hasta incluso muchas veces es difícil llamarlos libros. Tienen la forma de libros pero no tienen nada que ver y hasta incluso han transformado gran parte de las librerías en montañas de libros que ya no saben ni dónde ponerlos y la gente hace lo que puede para leer.


En muchos casos, las librerías estén llenas de libros “se usa y se tiran” y luego, desde hace más de cincuenta años, escuchamos repetir que ninguno lee y sin embargo aquí estamos nosotros sentados en las butacas de un teatro en un festival de literatura que tiene más de veinte años y usted vive de su escritura desde décadas…

Ah pero esto es sólo mi caso. El hecho de que yo sea muy leído y otro no, creo que se deriva mucho más del caso que de otra cosa. No creo en el mérito del escritor. Creo sobre todo en el mérito del lector que continúa leyendo. 


Los lectores son tipos humanos bastante resilientes, ¿no le impacta que existan tantos?

Sí, me impacta, pero ello se debe a que la lectura crea vínculos. Hay escritores que crean más lectores que otros. Por ejemplo, lo que le sucedió a la familia Malaussene[i] –una familia que no es exactamente una familia, que es una familia electiva en la cual todo se haya mezclado- ha entrado en el imaginario de los lectores o incluso ha formado vínculos con sus lectores. Si tomas por el contrario la literatura de Houellebecq también él crea vínculos, pero en un sentido opuesto, el de individuos aislados de la clase media francesa, consumidores que detestan consumir, solitarios que odian la soledad. Es otro grupo de lectores, y Houellebecq es su “trait d’union”. Pero en Francia hay gente que quiere simplemente sentir que le cuentan historias. Tome Jean Christoph Rufin, él es un narrador puro, y satisface cualquier cosa que reside en las profundidaddes de un cierto úblico lector, de figuras que pueden explicarnos el sentido de aquello que estamos viviendo, de nuestra vida, de nuestra experiencia sobre la tierra. Hay algunos ambientes y clases sociales pues, en los que la lectura resiste. Es por ello que una decena, una veintena o tal vez centenas de escritores pueden todavía vivir de su propia escritura. Pero más que mérito de ellos es mérito de la fortuna de haber encontrado lectores.


Y sin embargo la producción en serie ha cambiado nuestra relación con la literatura… ¿Es un enemigo como piensan algunos?

No lo creo, cero que más que la frecuentación con a literatura ha tenido más impacto en la frecuentación del cine o de las películas. La tendencia a la serialización de la narrativa audiovisual es ciertamente una competencia para la dimensión del film “único”. Tanto que cuando hay un film clásico que funciona rápidamente se piensa en convertirlo en serie. Hoy, en la literatura, este fenómeno exista de modo mucho más acotado, si existe. Inclus yo, que he escrito una especie de serie como la familia Malaussene, escribo mucho entre un episodio y otro, ensayos, un libro sobre mi hermano, otras novelas. Y esto es porque el autor de un libro trabaja para sí mismo, escribe aquello que tiene ganas de escribir. Y de hecho detrás de la mayor parte de las series hay equipos de guionistas. En el mejor de los casos, un escritor escribe porque sigue una pulsión, un instinto y no está dirigido a nadie sino a sí mismo. Ahora que estoy escribiendo pro ejemplo un libro sobre mi hermano, un hermano que he perdido, lo estoy haciendo primero que nada para mí. Luego, ciertamente, los lectores lo leerán, pero no nace de la necesidad de dirigirme a ellos, como ocurre con las series televisivas.


¿Nunca piensa en sus lectores cuando escribe?

No, o mejor dicho, cada tanto, solo cuando escribo ensayos y ahí me pregunto todo el tiempo cuál es el punto de vista de mis lectores. Me detengo a reflexionar sobre las posibilidades críticas y sobre las objeciones, sobre sus necesidades, sobre aquello que esperan de mí. Pero cuando se habla de novelas no, no pienso en mis lectores…


No es un diálogo, entonces…

No, no, en realidad para nada. Escribir una novela es una cosa muy infantil, idealmente infantil. Es banal decirlo, pero hay algo en las novelas que se dirige directamente al niño que ha quedado dentro nuestro. Lo digo en el sentido positivo. Hay un apetito de metáforas increíbles en el ser humano, desde siempre. Es increíble, hemos combatido siempre contra este apetito, desde el estructuralismo a la misma Universidad…


Creo tenerlo presente, he frecuentado la universidad en Francia…

Es una locura, la universidad en Francia ha intentado de alguna manera matar el vínculo espontáneo e “infantil” con la literatura.


Es el mejor modo de matarla…

Sí, pero no ha funcionado. La novela continúa existiendo…


Tal vez porque la narrativa es la verdadera pulsión del hombre. No es el caso que uno como Stephen Jay Gould propuso de llamar al homo sapiens, homo narrator…

Claro! Hay artes que parecen débiles pero que nunca se sofocan. Tomemos como ejemplo el teatro. El teatro está en crisis desde los tiempos de Sófocles. Ninguno ha ganado con el teatro salvo algunas excepciones. Y es como yo, que vivo de la literatura, no soy un caso interesante, una excepción, más única que rara. Lo que resulta interesante es que desde Boccaccio, solo para quedarnos en el caso italiano, las personas leen novelas en prosa. Pero lo cierto es que desde Sófocles, pero incluso desde antes, todos hacen teatro…


Y desde que éramos niños y jugábamos a personificar a otro es que estamos haciendo teatro, ¿no es cierto?

¡Sí, sí, exacto! Está esta potencia de la percepción metafórica de lo real que resiste todo. Y desafío a quien quiera que resistirá, exactamente como lo hace la literatura.


Traducción de Razones editoriales con la autorización de www.linkiesta.it

martes, 24 de octubre de 2017

24 de Octubre Día Internacional de la Biblioteca




Desde 1997, cada 24 de octubre se conmemora el Día de la Biblioteca, en el año 2012 fue declarado por la UNESCO. La propuesta surge de la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil, apoyada por el Ministerio de Cultura, en recuerdo de la destrucción de la Biblioteca de Sarajevo, incendiada en 1992 durante el conflicto balcánico.

Imágenes, fuente: https://www.skyscanner.es/noticias/las-30-bibliotecas-mas-espectaculares-del-mundo

martes, 10 de octubre de 2017

Los modos de leer de los adolescentes y cómo se relacionan con el papel y las pantallas digitales




Pese al auge de la lectura a través de las pantallas digitales, ocho de cada diez jóvenes de 15 a 18 años consultados durante el estudio definieron como “lector” a quien en términos tradicionales todavía recurre a las lecturas en papel.
“Para los jóvenes leer es leer en papel y por eso el 95 por ciento de los encuestados respondió que en la escuela leen libros y diarios en papel y solo tres de cada diez respondió que leen páginas web”, resaltó el informe “Los modos del leer de los adolescentes” realizado por Adira con el apoyo de Sancor Seguros.
“Para los jóvenes, quien lee en pantallas no se vincula con la definición tradicional de lector”, se subraya en la encuesta de Adira.
Consultados sobre las lecturas en papel a las que acuden habitualmente, ocho de cada diez jóvenes mencionaron los textos requeridos en la escuela, pero cuando leen por placer y ocio nueve de cada diez adolescentes priorizan páginas y sitios web, foros y blogs.
La escuela “sigue ligada a la cultura de la letra impresa y asocia la lectura al papel. Por eso para los adolescentes lector es aquel que lee textos en papel”, refleja la encuesta entre sus conclusiones.
Esta definición desde la mirada de los jóvenes ratifica al mismo tiempo el peso de la escuela en su formación cultural, pese al auge de la lectura en pantallas digitales.
Pero, en contraste con las lecturas en la escuela, “cuando eligen ellos sus lecturas siempre eligen leer en pantallas, lo que refracta una desvinculación entre la cultura escolar y la cotidiana de los adolescentes”, se expone en la encuesta que difundió Adira.
Sin embargo, las conclusiones del estudio realizado este año indican que el libro digital crece en tendencia de lectura en pantallas.
La información y las lecturas
La lectura de los jóvenes sobre temas de actualidad y periodísticos como era previsible se orienta a los suplementos deportivos, humorísticos y de contenidos musicales y generacionales de los diarios, que fueron señaladas como las secciones favoritas por cuatro de cada diez encuestados.
Los jóvenes leen el diario, pero fundamentalmente en su versión digital. Si bien la mitad de los encuestados admitió que no lee el diario en papel, prácticamente ninguno deja de leerlo en digital.
Si estos jóvenes acceden a la lectura de suplementos deportivos o historietas, “decir que no leen libros no es indicador de no lectura”, surge como otra conclusión del estudio de Adira.
Otra constatación que proporcionó el estudio es que “sus lecturas son rápidas” ya que siete de cada diez adolescentes dedican menos de 15 minutos a leer las noticias”.
“Una marca de esta generación es la lectura cada vez más rápida y por menos tiempo”, sintetiza el estudio.
Esa lectura necesariamente superficial para informarse, tiene sus efectos negativos, pues siete de cada diez jóvenes admitieron que recurren a una sola página web y no aprovechan la posibilidad de comparar, relacionar y chequear la información en distintos sitios web.
Un déficit de formación o de orientación en la búsqueda que quizás debería ser compartido con los mayores, padres y profesores, a partir de la certeza de que “el 100 por ciento de los adolescentes reconoció que las páginas web son la principal fuente cuando buscan información”.
El estudio confirmó una tendencia creciente y que ya se percibía en encuestas precedentes: siete de cada diez adolescentes recurre a internet para elaborar sus tareas escolares, cuando hace solo seis años la proporción era de cinco cada diez, reseñó la presentación del estudio.
También es rescatable que el 45 por ciento de los encuestados respondió que también recurre a libros en la búsqueda de material de estudio, pero la certeza es que “las páginas web son la principal fuente de información para todos los adolescentes”.
Incluso internet a través de foros, sitios web y redes sociales se han convertido en la guía de estos jóvenes cuando deben seleccionar sus consumos culturales.
Sin embargo, la utilización de internet sigue siendo pobre porque los adolescentes no aprovechan la posibilidad de comparar, relacionar y chequear la información en diferentes sitios web y la encuesta confirmó que siete de cada diez utiliza una sola página web que aparece como “favorita”.
Solo el 20 por ciento de los encuestados dijo que compara sitios web para constatar la veracidad y confiabilidad de sus contenidos. Entonces y básicamente por inexperiencia, “los criterios para evaluar la confiabilidad de una página son pobres”.
Una vez más, el motor de búsqueda de los jóvenes parece carecer del apoyo o la orientación de padres y docentes que podrían incentivar mecanismos de investigación en la web para acceder a contenidos de mayor variedad, pluralidad y calidad.
Más conclusiones
La encuesta arroja además que existe un bajo nivel de participación, ya que siete de cada diez leen más de lo que escriben y “son más espectadores que productores de contenidos”
“Los adolescentes parecen mirar y escuchar más de lo que opinan y comentan”, es otra de las conclusiones de la encuesta de Adira.
Como contrapartida y como una marca de esta generación, la mayoría de los jóvenes encuestados tiene la capacidad y la velocidad de lectura de abrir y leer varias ventanas al mismo tiempo.
Se trata de la “generación Multifunción (Multitasking)”, siempre ansiosa y predispuesta a incorporar las nuevas tecnologías, aunque la lectura de los contenidos es la materia pendiente.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Vuelta por el Universo, Programa 19



"Vuelta por el Universo" Programa Radial que se emite los viernes de 18 a 19 por la Radio La Compañía.
Producción y conducción: Virgina Arhex
2017

lunes, 18 de septiembre de 2017

Vuelta por el Universo, Programa 16



"Vuelta por el Universo" Programa Radial que se emite los viernes de 18 a 19 por la Radio La Compañía.
Producción y conducción: Virgina Arhex
2017

Vuelta por el Universo, Programa 17



"Vuelta por el Universo" Programa Radial que se emite los viernes de 18 a 19 por la Radio La Compañía.
Producción y conducción: Virgina Arhex
2017

Vuelta por el Universo, Programa 18



"Vuelta por el Universo" Programa Radial que se emite los viernes de 18 a 19 por la Radio La Compañía.
Producción y conducción: Virgina Arhex
2017

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